La formación de adultos requiere ser tomada desde la andragogía con todas las características que ésta implica y luego tratar las necesidades de aprendizaje. Las necesidades de aprendizaje en los adultos son más complejas y, en su mayoría, se encuentran asociadas al contexto y a sus otras actividades. Esto no funciona de este modo en la pedagogía, por consiguiente, el enfoque de las necesidades de aprendizaje es diferente al de los niños.
Siguiendo el desarrollo que realiza Arzate (1995), respecto de las necesidades de la andragogía, observemos los siguientes puntos que se plantean:
Las limitaciones de estos argumentos en torno a factores personales y psicológicos son obvias. Teniendo en cuenta que, en América Latina, por ejemplo, la mayoría de los adultos analfabetos o funcionalmente analfabetos viven en la pobreza, pocos trabajos previos pueden ayudar a comprender el proceso de aprendizaje y enseñanza de estos adultos en estas condiciones.
Aunque una perspectiva funcional de la enseñanza de adultos elimina los aspectos de conflicto y poder, es posible rescatar algunos elementos valiosos para el análisis, a saber:
- El proceso de enseñanza-aprendizaje procura un cambio en los individuos; es decir, no simplemente aumenta o agrega algo, sino que reorganiza o reestructura. Los cambios son de índole intelectual, conceptual, actitudinal.
- El aspecto fundamental del proceso de enseñanza-aprendizaje es cómo se ayuda al que aprende a realizar la experiencia del aprendizaje; es decir, cómo lograr el cambio.
- El adulto se compromete con actividades de aprendizaje con mayor facilidad, siempre y cuando estén asociadas a ciertas metas sociales fundamentales.
- Todas las cuestiones que se denominan con la palabra “aprendizaje” no tienen el mismo carácter y no pueden incluirse fácilmente en una sola fórmula.
- El proceso de enseñanza-aprendizaje es complejo e identifica cinco elementos intervinientes: educando, docente, grupo, medio, o situación, y tema.
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